¿Cómo podemos añadir valor desde el pensamiento para liderar?

Por: José Miguel Justel, PhD, Coach MCC-ICF

En un entorno laboral donde la capacidad de liderazgo se mide no solo por la posición dentro de la jerarquía organizacional, sino también por la capacidad de influir positivamente en otros, el liderazgo de pensamiento es un aspecto fundamental para el éxito y la sostenibilidad de cualquier institución. Es por ello que nos preguntamos: ¿cómo podemos añadir valor desde el pensamiento para liderar?

El pensamiento crítico como herramienta de liderazgo

¿Cuántas veces encontramos respuestas mirando más allá de lo que vemos? El primer enfoque que se debe fomentar en un equipo es abrir los ojos al mundo y no limitarse a las informaciones superficiales o conceptos generales. Un buen líder de pensamiento despierta la curiosidad y el ánimo de encontrar verdades que puedan cambiar perspectivas, generar cambios y descubrir nuevas visiones de la vida. Por ejemplo, ¿qué hubiese pasado si Steve Jobs jamás se hubiese preguntado si las computadoras pudiesen ser más compactas y personales?

Esta habilidad implica cuestionarse y definir los límites propios, basado en los valores y motivaciones con los que se pueda asumir una verdad individual, la cual debe ser compartida de forma colectiva. De esa manera fomentamos los cambios más importantes: los que vienen desde el pensar. Si rompemos con el “siempre lo hemos hecho así”, logramos impulsar el crecimiento y la innovación al identificar esas necesidades a las que se les puede dar una solución. Para ello es necesario preguntarse: ¿de dónde viene esta necesidad?, ¿cómo esto está afectando al mundo y a nosotros mismos?, ¿cómo me hace sentir esta necesidad?, ¿cómo lo solucionaría para sentir más bienestar?, entre otras preguntas.

Inteligencia emocional para liderar con empatía

El pensamiento crítico del que hablamos requiere la compañía de inteligencia emocional para liderar con empatía. Las emociones son la clave de la conexión humana, al crear un lazo de empatía con los demás y forjar confianza y respeto. Al estar conscientes de cómo pensamos, sabremos cómo nos sentimos en determinadas situaciones, además de reconocer las emociones en los demás.

Para ello es necesario reconocer las emociones variables y no variables. Aquello que se siente de forma espontánea y es fácil de derivar si una situación mejora o se dificulta, es una emoción variable, tal como la felicidad, el enojo o la tristeza. Un buen líder reconoce que estas emociones no son estables, ni duraderas, que pueden estar en un momento y no estar en otro, por lo que no se actúa cuando estamos enojados, ni prometemos cuando estamos felices. La inteligencia emocional implica reconocer cuándo estamos en estos estados emocionales variables y tomar decisiones en los momentos adecuados, así como identificarlo en el otro para saber cuándo es el momento indicado para interactuar, influir, empatizar o animar.

Por otra parte, las emociones no variables son de gran importancia para el liderazgo de pensamiento. Aquellas que no son variables en una persona son la confianza o la desconfianza. No hay puntos medios: confías o no confías. Cuando nos decepcionamos de alguien, ¿confiamos en darle una segunda oportunidad de la misma manera que la primera vez? No. Por ello, nuestros pensamientos innovadores deben generar confianza, acompañados de la acción, la palabra y el esfuerzo que se ponga en dirigir a los demás.

Si el líder evoca confianza, el equipo trabajará comprometido hacia el objetivo, puesto que se refleja o se siente de forma tangible la idea que se aspira lograr. Cuando existe inteligencia emocional, es más natural que exista empatía y los equipos serán más productivos y colaborativos, contribuyendo significativamente al éxito de la organización.

La creatividad para innovar y resolver problemas

Ya vimos cómo el pensamiento crítico y la inteligencia emocional actúan a favor del liderazgo. Ahora veamos cómo la creatividad es un ingrediente esencial para la innovación y la resolución de problemas en el mundo de las organizaciones. Toda idea es válida, siempre y cuando fomente un avance positivo. Eso es lo que separa a un líder de un jefe: el líder que confía en sí mismo y en las ideas de otros, con humildad.

Ser amables, abrir espacios y fomentar entornos creativos donde la diversidad de ideas sean aceptadas, abrirá caminos a pensamientos laterales que llevarán a la experimentación que desemboca en soluciones innovadoras que nos diferenciarán de otros. Retomando el ejemplo de Steve Jobs, ¿Apple hubiese sido Apple si todo hubiese sido trabajado solamente por Jobs?

Como líderes, debemos cultivar una cultura que valore la creatividad de todos y que brinde el espacio y los recursos necesarios para que florezca.

La importancia de una visión a largo plazo

Un nuevo bloque se añade a esta reflexión cuando tenemos una visión a largo plazo. Una mentalidad estratégica implica pensar más allá de las operaciones diarias. Los líderes estratégicos no solo se centran en resolver los problemas inmediatos, sino que también están constantemente explorando nuevas oportunidades y evaluando el panorama competitivo en busca de posibles amenazas y oportunidades emergentes. Es en este paso donde comprendemos la importancia que tiene todo lo anterior: desde nuestro pensamiento crítico y observador, pensamos y actuamos de forma inteligente como por ejemplo, darle solución a un problema de forma innovadora, creativa y orientada al bienestar a largo plazo.

La clave de ver el futuro es confiar en que ese hecho va a suceder, esto requiere preparación, observación y estudio de manera realista. Al alinear nuestras acciones con una visión clara y coherente, podemos inspirar a nuestro equipo a superar los obstáculos a corto plazo y trabajar hacia metas más grandes y significativas que aseguren el crecimiento y la prosperidad a largo plazo. Por ejemplo, ¿nuestros abuelos pensarían en que llegarían a interactuar con inteligencia artificial como estamos haciendo hoy día? No, pero alguien sí lo visualizó, pensó en la rapidez de la generación de datos y en la comunicación entre individuos y ejecutó una idea que cambió el mundo.

Fomentar el aprendizaje continuo

Finalmente, nunca habrá un final. Por eso, fomentar el aprendizaje continuo es una piedra angular para el desarrollo personal y profesional en constante evolución. Al mantener una mentalidad abierta y receptiva al cambio, podemos empoderar a nuestro equipo para adquirir nuevas habilidades, ampliar su conocimiento y mantenerse al día con las últimas tendencias y tecnologías. Los líderes deben ser ágiles y estar dispuestos a aprender nuevas formas de trabajar y abordar los desafíos. El aprendizaje continuo nos ayuda a mantenernos relevantes en un mundo en constante evolución y a cultivar una mentalidad de crecimiento que impulsa la innovación y el éxito a largo plazo. Más allá de aprender, lo más importante es desarrollar la actitud para buscar la respuestas. No se trata de saberlo todo, sino de saber que puedo encontrarlo todo. Esta apertura hacia el aprendizaje, potencia el valor de cualquier líder de pensamiento.

Pregunta de reflexión: ¿Cómo me imagino dirigiendo una reunión de trabajo en la que se seleccione una idea en la que el equipo aporte ideas de manera entusiasta, sin temor y dirigidos a la innovación para crear un elemento diferenciador en nuestra organización?

 

Colaboración del doctor José Miguel Justel, Master Coach Certificado de la ICF y Psicólogo Industrial Organizacional. Pasado Vicepresidente de la Junta de Directores del ICF – Thought Leadership Institute y actual embajador. Es Coach, Mentor y Asesor para proyectos innovadores para instituciones públicas y privadas, con énfasis en educación superior. 

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